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Hoy en día las personas son bombardeadas en los medios de comunicación; en la literatura; en la música y hasta en los centros educativos con ideas como estas: 1. “No permitas que nadie te diga cuales son los límites para lo que puedas hacer o dejar de hacer”, o puesto en otros términos: No permitas que Dios te diga como debes vivir. 2. “Es bueno creer en algún dios, siempre y cuando esa fe te ayude a ser una persona exitosa”, que equivale a decir: Escoge un dios a tu imagen y semejanza y hazlo tu sirviente. 3. ”Todo lo que tienes y lo que has llegado a ser en la vida es debido a tu propio esfuerzo y talento personal”, o sea: Nada has recibido de Dios, nada le debes, de manera que no necesitas a Dios en tu vida. 4. “Lo bueno es lo que te hace sentir bien”. En otras palabras: “Tus sentidos son tu dios, vive para satisfacerlos y serás feliz”. En realidad no hay nada de nuevo en estas ideas. Su origen se remonta al jardín del Edén. Satanás tentó a Eva por medio de la serpiente con la misma invitación: ¡Satisface tus caprichos y deseos; haz tu propia voluntad. Ignora la voluntad del Creador que nada malo ocurrirá (Gn. 3: 1-6)! Desde aquel entonces hasta nuestros días hay quienes prefieren construir un dios a la medida de sus preferencias en lugar de construir sus vidas en obediencia a la perfecta voluntad de Dios revelada en su Hijo Jesucristo y en su Palabra (1 Ti. 3:9). La Iglesia cristiana, desde sus orígenes, ha combatido ideas engañosas como las mencionadas, que trataban de infiltrarse en las congregaciones, por medio de la enseñanza constante y responsable de la verdad revelada por Dios o sana doctrina (Tit. 1:1; 2 Ti. 4:1-5).